Sangre Invisible
¿Cómo iba a hacer entonces para caminar? Estaba rota.
Apenas podía forzar una sonrisa, y cuando lo hacía, el dolor la consumía. Después, volvía a casa llorando, agotada, porque el sufrimiento no era solo físico, sino interno, más profundo.
Esos golpes no sangraban. Estaban dentro de ella. Era normal que la gente no entendiera el dolor, ya que ella callaba esas batallas.
«Todos tenemos lo nuestro.»
Pero esas marcas no eran normales. Nadie puede entender cómo duele algo así.
Se supone que algún día tendrían que cicatrizar, pero…
Por experiencia de las que ya se habían cicatrizado, sabe que no se olvidan… que se quedan contigo de una manera o de otra, algunas te dejan un aprendizaje y otras simplemente te acompañan, como recordatorio de lo vivido.
Que no veas sus golpes, sus marcas, no quiere decir que no le duelan.
No le pedirías un esfuerzo físico a alguien que no pudiera hacerlo…
Ojalá las heridas se cierren, las mías y las tuyas.
Un abrazo.