Liam: El nombre que no decía nada (Capítulo VI)

Marcos.
Un nombre flotando en la oscuridad. Sin rostro. Sin cuerpo.
No aparecía en el diario, ni en los álbumes, ni en las conversaciones que Liam recordaba.
Y, sin embargo, ahí estaba. Resonando como si siempre hubiese estado escondido, esperando.

La noche fue larga.
No como esas que se sufren, sino como las que se aguantan con los dientes apretados.
Sin lágrimas. Sin consuelo.
Solo ese cansancio que ya no se cura durmiendo.

Amaneció sin darse cuenta. El mundo seguía girando, pero Liam se quedó quieto.
Despertó con los ojos abiertos, sin saber en qué momento exacto había dejado de fingir que descansaba.

Abrió el perfil de Julia. Viejas publicaciones. Comentarios con polvo.
Gente que ya no sabría decir quién era.
Hasta que lo vio.

Una foto de ella en la playa.
Cabello alborotado. Sonrisa tranquila. La única en la que parecía libre.
Y debajo, un corazón rojo.
De un tal Marcos H.

Nada más.
Perfil sin foto. Cero publicaciones. Cero conexiones.
Demasiado limpio para ser real. Demasiado presente para ser un error.

Sintió el nudo en la garganta antes de escribirle.
Las manos frías. La rabia domada. El miedo también.

Soy Liam. Hermano de Julia.
Necesito entender algo.

Lo dejó así. Crudo. Sin justificar nada.
Como todo lo que ha dolido demasiado como para explicarlo.

Pasaron horas.
La ciudad rugía allá fuera, pero él ya no formaba parte de ella.
Y a las 18:12, el móvil volvió a vibrar.

Número oculto.

Contestó sin respirar.

—¿Por qué estás buscando a Marcos?

La voz no era la misma de aquella primera llamada. Esta era más joven. Más viva.
Más asustada.

—Porque alguien me dijo que él sabe lo que pasó. Que Julia no cayó sola.

Silencio.
De esos que no pesan. De esos que desgarran.

—Ella… —dijo la voz—. No era como tú crees.

—Entonces dime cómo era.

Otro silencio.
Más largo.

—Julia intentaba protegeros. Hasta el final.
—¿De qué?

El susurro fue casi imperceptible.

—Del hombre que decía quererla.

Y después, nada.

La línea se cortó.
Otra vez.

Liam se quedó con el móvil en la mano, y el cuerpo… ausente.
Como si ya no le perteneciera.
Como si se hubiera quedado en aquella habitación perfecta donde encontró el diario.
O en esa frase que no terminaba de cicatrizar:

“Del hombre que decía quererla.”

Apoyó la frente contra la pared.
Sintió el vértigo.
El asco.
La certeza.

No todo fue tristeza.
No todo fue espiral.
Había algo más. Alguien más.
Y ella calló. Por ellos. Por él.

Volvió al mensaje.

No me importa lo que escondas.
Pero yo no voy a callarme por nadie.

Y lo envió.

Porque ya no buscaba explicaciones.
Ni redención.
Solo la verdad.
Aunque fuera sucia. Aunque llegara tarde.


🔍 ¿Ya lo has sentido?

Cada capítulo te ha ido arrastrando hacia algo más oscuro… y no es casualidad. El final se acerca. Pero antes de que llegue, tal vez debas volver atrás y mirar lo que pasaste por alto.

⚠️ Alguien sigue leyendo. Y tal vez no seas tú.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *