Cinco minutos para enfrentar el pasado (Capítulo I)
Sonaba su canción favorita y el sol se reflejaba en aquella perfecta habitación en Italia. Se respiraba un aire tan puro que Liam solo podía sonreír. La puerta abierta daba paso a un precioso jardín, ahora en plena floración bajo el verano. Como cada mañana, tenía el brazo dormido porque Érika lo usaba de almohada. A él no le importaba hipotecar ese trocito de cuerpo, porque ya lo había hecho con su corazón… aunque suene cursi.
Llevaban disfrutando de esta ciudad los cuatro años que llevaban juntos, desde que se conocieron en un viaje que Liam hizo por trabajo. Tuvieron conexión desde el principio: ella se reía de todo, y a él le encantaba hacerla reír. Se cuidaban tanto que se consideraban familia. Se complementaban a la perfección: el carácter testarudo de él, la tranquilidad de ella… de esas piezas que es raro que se encuentren en la vida. Pero entre tantas, ellos se encontraron. Y encajaron.
¿Cómo no iba a despertarse sonriendo?
Esa unión la llevaron también a lo profesional. Ambos habían estudiado fotografía y compartían un estudio donde hacían que las bodas parecieran cuentos de hadas y los bebés, ángeles del cielo. Les iba bien.
Los días del chico eran tranquilos, una rutina que agradecía, que con mucho esfuerzo se había ganado. En una de esas mañanas en el estudio, sentado en la recepción observando las fotos de una pareja recién casada para una entrega, sonó el timbre.
Cuando fue a abrir, reconoció el momento. El corazón se le aceleró. Rabia, recuerdos, rencores, lágrimas… todo volvió de golpe.
—¿Qué haces aquí?
—A mí tampoco me apetecía venir, así que cálmate.
—¿Qué haces aquí? ¡Pues vete!
—Es Julia… Quería decírtelo en persona… después de cuatro años…
Julia. Ese nombre que había logrado enterrar en algún hueco de su cerebro, que parecía ya no existir en su corazón.
Ella, que un día fingió ser refugio para él y después lo destrozó como si de un muñeco se tratara, como si pudiera jugar con él como lo hizo con todos.
A él le tocó conocer el dolor muy pequeño, y cuando creció, escogió la distancia.
Pero eso no implica que no se preguntara mil veces por qué.
Y ella seguía con su vida condescendiente, como si no tuviera preguntas a las que contestar, como si en esta vida ninguna maldad que hubiera hecho fuera con ella.
Liam se había apartado de su familia por salud propia. Mental, sobre todo.
¿Qué hacía su hermano en Italia ahora?
—Si es por Julia, te puedes ir por donde has venido. No conozco a ninguna.
—Joder… escúchame… —decía, mientras empezaba a llorar.
Después de cuatro años separados y una infancia compartida, no había visto tan roto a su hermano nunca.
Él y Ed (como solía llamarle cuando eran críos) se criaron juntos, con apenas dos años de diferencia, pero el marcado carácter de ambos floreció en la adolescencia y lo hizo muy complicado. Aquello ya no eran peleas de hermanos: iba más lejos.
Y sus padres a veces sí tenían un favorito, aunque esté feo decirlo.
—Pasa… tienes cinco minutos.
Unos cinco minutos que cambiarían su vida para siempre.
¿Quieres saber qué pasará en esos cinco minutos decisivos? No te pierdas la próxima entrega, donde se revelarán secretos que cambiarán todo.
✨ Descubre cada semana un capítulo nuevo!
👉 Sígueme en Instagram [@vozsinmascara] y visita el blog para no perderte ni un capítulo.
Historias reales, intensas y sin filtros, solo aquí.
Mentiras heredadas
Esa noche salieron a cenar como tantas otras, a aquel restaurante apartado con vistas al…
«Todo son problemas»
Estoy dejando mi vida bonita por mí: un jardín lleno de flores y un rinconcito…
Liam: El papel de salvador (Capítulo X)
Daba tantas vueltas con el coche como daba su cabeza. Su familia lo había enredado…
Caminar con un disparo
Llevo una temporada, unos meses, en los que me noto arrastrada. Como soy muy imaginativa,…
«La familia es lo primero»
«La familia es lo primero.»»Nadie te va a querer como tus padres.» Frases heredadas, repetidas,…
Liam : La confesión forzada (Capítulo IX)
Tumbado en la cama de Julia, pensaba en Érika. Aunque ahora estuviera lejos, ya no…