Tu refugio (Narración)
Cuando todo va mal…
cuando la vida te arranca de golpe lo que dabas por seguro,
cuando las personas que pensabas eternas se desvanecen,
cuando hasta el aire se hace pesado…
¿A dónde vuelves?
No hablo de una casa.
Ni de una persona.
Hablo de algo más frágil, más secreto:
un espacio dentro de ti.
Un rincón que nadie puede tocar.
Una luz que nadie puede apagar.
La primera vez que lo busqué, no lo encontré.
Estaba tan rota que lo único que veía era vacío.
Vacío en las calles, en los días, en mí.
Y pensé: si esto es vivir, no quiero seguir.
Pero algo —no sé si lo llamaría instinto, orgullo, o simple necesidad de seguir respirando—
me obligó a quedarme quieta.
A escuchar ese silencio que tanto me asustaba.
Y, poco a poco, descubrí que no estaba tan vacío como creía.
Había un recuerdo.
La risa de alguien que ya no estaba.
Había una imagen: el mar, ese mar que siempre me salva.
Y había algo más… algo mío, que nadie había podido romper.
Ese fue mi primer ladrillo.
Sin saberlo, empecé a construir mi refugio.
Ese espacio no viene dado.
Se fabrica.
Con cada herida que sobrevives, con cada caída de la que te levantas,
vas levantando las paredes.
Y aunque al principio sean endebles, un día descubres
que ya tienes un lugar adonde volver cuando todo afuera se derrumba.
Yo lo he encontrado en el silencio.
En esas veces en las que solo quiero estar.
Estar, aunque a veces no pueda ser.
Me encuentro derrumbada… y entonces descubro que la respuesta está dentro de mí.
Sé que para mucha gente esto puede sonar cursi.
Pero yo encuentro un consuelo cálido, construido con mimo y con amor,
que no encontré fuera.
Cuando todo falla, abro esa puerta.
Y ahí estoy.
Porque al final, dentro de todo el caos,
lo importante es que no te pierdas a ti mismo.
Que puedas darte ese abrazo que quizás nadie supo darte.
Y que, cuando algo se tambalee, sepas que tu fortaleza está en ti.
¿Y tú?
¿Sabes ya dónde está tu refugio?
¿O todavía lo estás buscando?
Quizás el tuyo tenga olor a café recién hecho.
Quizás esté en una canción que nunca confiesas que escuchas.
Quizás aparezca en la voz de alguien que te ama de verdad.
O tal vez aún no lo has encontrado.
Y está bien.
Porque a veces… hace falta perderlo todo para empezar a construirlo.
Lo bonito de este refugio es que es tuyo.
No depende de nadie.
No se quiebra si alguien se va.
No desaparece aunque la vida te golpee.
Está ahí, esperando que vuelvas.
Este es mi primer episodio.
La primera vez que abro este espacio contigo.
Aquí, donde no hay máscaras,
donde lo único que existe es la voz y el silencio.
Así que te dejo una pregunta para cuando apagues este audio:
Si mañana todo se derrumbara,
¿sabrías ya a qué lugar dentro de ti volver?
Piensa en ello.